Preciosos planos existentes en el Archivo Municipal de Cartagena redescubiertos por el investigador y cronista oficial de la ciudad, Juan Ignacio Ferrández |
Más de uno se habrá preguntado por el magnífico edificio modernista que ilustra el fondo de este Blog. Se trata de un Mercado destinado a Lonja de Pescado en la Dársena del Puerto de Cartagena, que en septiembre de 1904 diseñaron conjuntamente, el por aquel entonces arquitecto municipal Tomás Rico, y por Víctor Beltrí, que por aquellos años acaparaba la mayoría de las obras que se proyectaban en la ciudad.
Ese año, y durante el mandato del
alcalde D. Ángel Bruna, se planearon proyectos y obras de muy diversa índole,
en los que la actividad artística y funcional podría englobarse dentro de una
política regeneracionista.
Por aquella época no era extraño
que los dos arquitectos colaboraran proyectando diversas obras públicas que
firmaban ambos profesionales, aunque lamentablemente ninguna llegó a
construirse, al igual que ocurrió con esta lonja, que a todas luces era una
obra imprescindible para la ciudad.
El motivo hay que buscarlo en los
diversos avatares políticos de la época, durante la que se sucedían, sin
solución de continuidad, un alcalde tras otro lo que provocaba la paralización
de los proyectos emprendidos por los regidores anteriores.
En esta ocasión, el objetivo era construir
una lonja de pescado que sustituyera a la existente, dotándola de venta al por
menor. A tal fin, el Ayuntamiento había adquirido el edificio de la antigua lonja
en la que “solamente se efectúa la venta
a martillo o subasta de pescado al por mayor”. Con este sistema de venta se
alquilarían los puestos reportando el consiguiente beneficio para el erario
público.
La localización elegida es “indiscutible, lo más próximo a la dársena de
botes”, es decir, en el ángulo que forman la pared del cerco del
correccional con la batería del Arsenal, por cuestiones de abastecimiento y
logística. Tendría forma de “L”, sustituyendo la esquina por un chaflán
octogonal destinado a la subasta del pescado. A uno y otro lado, las
dependencias complementarias serían, una para la venta al por menor del pescado
(frente al muelle de Alfonso XII) y otra al almacén de saladura (mirando al
mar). Entre la sala central y estos dos cuerpos, se sitúan los retretes y la
administración y vigilancia del local, a modo de unión entre ellos. Tendrían
grandes huecos en sus fachadas, principal y laterales, que servirían para la
iluminación y ventilación.
Los materiales usados para su
construcción serían: “Fábrica de ladrillo
del país, prensado y con sus parámetros al descubierto ornamentado con hormigón
armado en cuyas caras exteriores apomasadas tendrá grano de mármol, armaduras
compuestas de cerchas ornadas”, y las cubiertas serían: “de cinc en la sala central y de teja plana
de Alicante en los otros”. El interior tendría piso de cemento y un zócalo
de azulejos blancos. Las mesas de venta serían de mármol blanco.
Tendría grandes marquesinas, al
igual que el Mercado de La Unión, pero sin la funcionalidad de éste último. Las
puertas y ventanas dispondrían de rejas ornamentadas con palastros y zinc.
Todo el recinto estaría dotado de
sifones y una alcantarilla central para absorber las aguas de limpieza, tanto
del local comercial como de los retretes, cuyo desagüe estaba previsto en el
puerto.
Los cuidadísimos planos
realizados en tricromía negra, roja y azul, nos ayudan a comprender diversos
detalles constructivos referentes a la cimentación, la sujeción de la
marquesina y la estructura de hierro.
También nos muestran como sería
el magnífico aspecto exterior, en una línea muy sezessionista, y en el que la rejería sería uno de los elementos
decorativos más destacados del conjunto.