domingo, 24 de marzo de 2019

112.- CASINO CULTURAL DE ESPINARDO – C/ Mayor, 64. Espinardo - Murcia


El Casino de Espinardo, al igual que otros muchos casinos de la provincia levantados a principios del siglo pasado, se convirtió en el eje canalizador y vertebrador del momento cultural y social de aquélla época en esta pedanía, cercana a la ciudad de Murcia, que se vio enriquecida gracias al pimentón.

El auge de las exportaciones de este condimento unió en 1916 a los empresarios de la localidad, que deciden crear esta institución para que fuese la sede social y el centro de reunión de esta nueva clase pudiente. Ese mismo año se instalaron en un edificio alquilado, siendo su primer presidente Francisco Flores Guillamón, formando parte de su constitución las familias Albarracín, Fuster y Cano, entre otras.

A finales de 1918 los socios deciden construir la nueva sede empezando las obras que avanzaron a buen ritmo. Así el 4 de febrero de 1919 el periódico “El Tiempo” se hacia eco de las obras del edificio que se estaba construyendo “a la moderna”:

“Van tocando a su fin las obras del nuevo Casino de este pueblo. Tan adelantadas están que según nos dicen dentro de breves días el sólido y hermoso edificio hecho de planta abrirá sus puertas. El edificio, construido a la moderna, reúne todas las buenas condiciones que estos centros de recreo exigen. Las diferentes dependencias que lo forman se encuentran con las comodidades propias, observándose en el conjunto el buen gusto que en su construcción ha predominado. El decorado de todo él, es verdaderamente fino y elegante, demostrando bien a las claras la pericia y arte que su autor tiene para esta clase de trabajos. Podemos asegurar que el Casino de este pueblo no tiene porqué envidiar a los edificios de su clase”

Bella rejería modernista de la fachada principal

El edificio, inaugurado el 16 de febrero de 1919, y del que se ignora su autor, aunque bien pudiera ser obra del arquitecto José Antonio Martínez Rodríguez, es bastante sencillo: de planta rectangular con la fachada principal construida en ladrillo y piedra artificial, en la que se observan ciertos detalles modernistas.

Imágenes antiguas del Casino
Detalle de una de las columnas de la fachada

Por medio de una pequeña escalera ubicada en el centro de la fachada, se accede al salón principal, que tiene elementos de decoración clasicista, tales como las hornacinas decoradas con copas, aunque lo más destacado es el artesonado del techo realizado con madera canadiense.

Salón principal

El patio central actualmente está cubierto por una cristalera, aunque originalmente se encontraba abierto. Si rodeamos este patio encontraremos dos salas de juego y un bar, para uso y disfrute de los socios.

Tras el bar hay una cocina, que da acceso a una pequeña escalera que lleva a una habitación superior, que sirvió de vivienda al conserje que se hacía cargo del Casino.

El Casino pronto se convirtió en el centro cultural de la localidad, sucediéndose en él recitales poéticos de intelectuales, conciertos de piano, bailes de carnaval y fiestas diversas que dieron un gran dinamismo a Espinardo.

Durante la guerra civil el Casino pasó a ser la sede de la UGT y terminada la guerra, ya en la década de los cuarenta, vuelve a retomar el uso inicial para el que había sido construido. Es en esta época cuando vive sus momentos brillantes, nombrándose una nueva Junta directiva. Durante las décadas de los cincuenta y los sesenta mantiene un buen nivel de actividad, hasta que en los setenta empieza el declive, al igual que sucedió en otros casinos de la provincia, motivado porque el hecho de que los jóvenes perdieron interés en estos locales, ya que los ven como algo caduco y de otra época.

A partir de ese momento la pérdida de la masa social fue muy relevante, pero a partir de 1994 se intentaron nuevas propuestas, y se le da otro enfoque más moderno con objeto de revertir la situación.

Ese año la nueva Junta directiva del Casino decide acometer numerosas reformas en el deteriorado edificio, que durante tantos años había estado abandonado. Se reforma el suelo de mármol, el zócalo de la fachada, el techo, el tragaluz del patio central, se pintan las diferentes dependencias y se cambian algunas puertas.

Hoy en día el Casino de Espinardo sigue milagrosamente en pie y en activo, recordando pasados tiempos de esplendor y abierto al futuro y a las nuevas generaciones, que esperamos sepan conservarlo.

Fuentes

domingo, 3 de marzo de 2019

111.- TORRE CATÁ - C/ Catá. Los Dolores - Cartagena

Magnífica imagen en la que se pueden apreciar los detalles del edificio,
incluyendo la rejería y el porche, antes de ser expoliados
(Fotografía: Archivo Francisco Legáz)

El presbítero D. Joaquín Catá Dorda, pariente de la familia minera Dorda, poseía acciones de la mina del Cabezo Rajado y gracias al auge de la minería, consiguió hacer con ellas una buena fortuna. Con el dinero obtenido, decidió construirse un palacete en Los Gabatos, a las afueras de Cartagena, encargando el proyecto al arquitecto Víctor Beltrí. 

La vivienda se encontraba ubicada en la Calle Catá, al parecer ente “Villa Lolita”, también obra de Beltrí y actualmente en un pésimo estado de conservación, y la ya desaparecida “Villa Claudia”.

"Villa Lolita", que se encuentra en un estado lamentable de conservación
Cuadro en el que se muestra la "Torre Catá" junto a la desaparecida "Villa Claudia"

Probablemente el arquitecto debió construir esta villa en la misma época que la “Casa Dorda Bofarull”, es decir alrededor de 1903. Algunos motivos de la fachada principal son idénticos a los de la citada casa: de hecho este tipo de guardapolvos sólo aparece en estos dos edificios. 

Al fallecimiento del sacerdote, y tras una temporada en que fue ocupada por la familia Rodríguez Belza, Jesualdo Soler Rodríguez (Cartagena, 1878 – Cartagena, 1958), amigo del arquitecto y promotor en esta ciudad del movimiento obrero cristiano de principios de siglo (“Círculo Católico” y “Academia Católica”), así como de la prensa católica (“El Eco de Cartagena”), adquirió “Torre Catá” a sus albaceas, pagando unas 25.000 pesetas de las de entonces. 

El escritor e historiador Juan Soler Cantó (1917-2004), hijo de Jesualdo Soler, describe en un libro inédito, al que hemos tenido acceso, los también llamados “Huertos de Catá”, que conoció de primera mano: 

“..estaban compuestos de dos terrenos cercados con rastrillo de madera (en medio había un callejón) en uno de los cuales estaban las cocheras, la noria y el huerto de hortalizas, canalizaciones de riego cubiertas atravesando el callejón. En el terreno de más 6.000 m2 estaba la casa principal (“Torre Catá”), la de los caseros, la granja y una casa de alquiler. El terreno, con dos aljibes cubiertos para bebida contaba con riego de la noria y tenía invernadero, umbráculo, porches cubiertos de enredaderas y dos cenadores circulares. El jardín poseía numerosas y raras especies vegetales destacando por la calidad y lo escogido de las especies cultivadas, digno de un botánico.” 

Dibujo en el que se muestra la distribución del edificio 

El edificio principal constaba de un bloque central con planta baja y un piso, y dos alas laterales de planta baja, sobre las que había dos amplias terrazas, sostenida la superior por dos columnas de fundición que se apoyaban en la baranda de la inferior. En la primera había una campana llamada “Manuela”, fechada en 1863, y que seguramente fue rescatada por el presbítero de alguna iglesia o ermita. 


La forma poligonal de los bloques laterales, con sus ventanales curvos y su puntiagudo almenado modernista, le daban gracia y movilidad al conjunto. 

Como era costumbre en los edificios burgueses tenía dos tipos de fachadas: la principal con detalles modernistas, más barrocos y elaborados, mientras que la fachada posterior y las laterales contenían menor número de motivos en sus embocaduras. Un gran acierto era el uso de la decoración cerámica del piso superior, que sin duda le daba un toque de color muy atractivo. Digna de mención era la bella barandilla de forja modernista de la terraza superior, en la que estaba situado un cartel curvo con el nombre de la vivienda: “TORRE CATÁ”. 

El tejado a cuatro aguas estaba cubierto de tejas, que ignoramos si hacían algún dibujo de color, y estaba rematado por una crestería de cerámica similar a la del edificio principal del "Huerto de las Bolas".

“Torre Catá” es una buena muestra de los elementos arquitectónicos que Beltrí utilizaba con frecuencia, tales como: columnillas, cerámica y alero. Su modernismo preludia en este edificio una mayor barroquización. La voluminosa forma vegetal, colocada en las cuatro esquinas de la cornisa era muy llamativa.

Seguimos describiendo el interior del edificio en palabras de Juan Soler: 

También eran selectos los materiales con que estaba construida la casa principal: puertas en pino Canadá, manivelas de porcelana decorada, barandas y rejas artísticas, azulejos, pomos, etc. Y para nuestra comodidad teníamos una baranda entoldada en la fachada principal con dos marquesinas de verano, dos grandes estancias laterales dedicadas a Capilla pública y a sala de billar, un recibidor central y un salón de recibir, comedor, cocinas, baño, trastero y despensa amplia constituían el bajo, 1 metro sobre el piso del jardín. Cancelas de cristal grabado y pintado aislaban la escalera central y bifurcada en lo alto que conducía al piso superior dedicado a dormitorios que tenían acceso por una galería de arcos y columnas sobre la escalera y que tenían amplia ventilación en las terrazas. Era una casa amplísima cómoda y lujosa.” 

En 1986, cuando Pérez Rojas escribió su libro, la villa se encontraba cerrada y en un avanzadísimo estado de deterioro: ya había desaparecido la terraza superior, incluidas las columnas de fundición y la rejería y tenía la escalera principal ya parcialmente derruida. En 1994 ya había sido derribada. 


Fotografías publicada por F.J. Pérez Rojas en la que se puede apreciar
el avanzado estado de deterioro que presentaba "Torre Catá" a mediados de los ochenta

De la casa original sólo se conservan los pomos de porcelana de las puertas y la campana, en poder de la familia Soler Fernández. 

Pomo de porcelana original de "Torre Cata"

Quisiera públicamente agradecer, una vez más, a Fernando Soler por sus informaciones, fotos y dibujos inéditos sobre “Torre Catá” y cederme en su día los apuntes biográficos de su padre, Juan Soler Cantó, y a Francisco Legaz por cedernos en su día la fotografía más antigua en la que se puede apreciar el diseño original del edificio.

Fuentes
  • Cegarra Beltrí, Guillermo; Ferrández García, Juan Ignacio y Rodríguez Martín, José Antonio. “Víctor Beltrí y Roqueta (Tortosa, 1862 – Cartagena, 1935): Arquitecto modernista”. Edición 150 Aniversario (sin publicar).
  • Cegarra Beltrí, Guillermo y Sánchez Espinosa, Elvira. "Arquitectura Modernista en la Región de Murcia". 
  • Pérez Rojas, Francisco Javier. "Cartagena 1874-1936. Transformación urbana y arquitectura". Cartagena: Editora Regional de Murcia. 1986
  • Soler Cantó, Juan. “Apuntes biográficos” (sin publicar)
  • Soler Fernández, Fernando (testimonio oral).