Este antiguo almacén de abonos químicos, conocido por el nombre de ”Palacete Pacorro” o la “Casa Árabe” se encuentra, medio escondido tras una frondosa vegetación, frente a la estación de ferrocarril de Beniaján, un lugar estratégico para facilitar la carga y descarga de los abonos químicos compuestos producidos en la fábrica de Adrian Viudes Guirao en Almoradí (Alicante), que se comercializaban bajo la marca “Sadrián”.
El edificio principal es de planta alargada con una altura, teniendo adyacente otro de dos plantas. Su decoración externa es sumamente singular, pues se usan indistintamente azulejos enteros y en forma de trencadís, formada por piezas cerámicas procedentes de una variada gama de azulejos, para los elementos neoislámicos incorporados a la fachada que mira hacia la estación: tres arcos de herradura simples en la planta baja, y dos geminados en la superior, todos ellos enmarcados en alfiz.
El arco situado sobre la puerta principal es plano y de mayor tamaño, y los correspondientes a las ventanas son de factura de ladrillo visto. La fachada se remata con una sucesión de merlones escalonados también de ladrillo.
Ignoramos el motivo por el que este edificio recibe el nombre de Pacorro, ni la fecha de su construcción, que debió de ser hacía la segunda o tercera década del siglo XX, por el empleo de trencadís en su fachada, técnica que en esa época estaba plenamente de moda gracias al modernismo.
Tampoco sabemos quién pudo ser el autor. Tal vez lo proyectó un maestro de obras local, o incluso Víctor Beltrí, el mayor promotor en la provincia del uso del trencadis en la decoración de los edificios, ya que Pedro Cerdán o José Antonio Rodríguez, los otros arquitectos que trabajaron por la zona durante esos años, apenas utilizaron esta técnica.
En el año 2016 Cambiemos Murcia propuso en la Junta Municipal de Beniaján, que se solicitara la declaración de BIC del "Palacete Pacorro", junto con otros edificios de la localidad, propuesta que fue denegada, por lo que el inmueble carece en la actualidad de protección.
Su propietario. Adrian Viudes Guirao [Murcia, 1880 – Murcia, 1973], era el segundo hijo del tercer Marqués de Río Florido, familia que tenía fincas dedicadas al cultivo agrícola y a la ganadería.
A pesar de haber estudiado Filosofía y Letras decidió que podría ser comerciante o industrial, y comenzó a vender harina a comisión de una fábrica de Madrid, llamada “La Campanilla”, propiedad de un tío suyo.
Heredó la finca “San Adrián”, en Almoradí, en donde comenzó el negocio de abonos químicos para la agricultura, así como la exportación de mandarinas.
Allí pensó que podría ser muy interesante el agramado del cáñamo, por lo que montó una agramadora mecánica, y a consecuencia de la mecanización, puso motores de gas pobre, sobrándole energía que aprovechó para dar luz a la fábrica y a su casa.Con el excedente de potencia, dio también luz, por primera vez, al pueblo de Almoradí. Más tarde, los pueblos vecinos, le solicitaron también luz, pero viendo que no era rentable, compró la energía a “Riegos de Levante”, surgiendo la empresa “Distribuciones Eléctricas Sadrián”. A continuación instaló fuentes, lavaderos públicos y distribuyó agua a las casas del pueblo.
Consiguió la representación exclusiva de la casa de automóviles “Ford” para Alicante y Murcia, después los “Lincoln” para toda España, y los tractores “Fordson”, pioneros de la agricultura mecanizada.
Durante la Dictadura de Primo de Rivera le fue ofrecida la alcaldía de la ciudad de Murcia, cargo que por avatares del destino no llegó a ocupar. Al llegar la Guerra Civil fue encarcelado, primeramente en Totana, y más tarde en el campo de trabajo de Orihuela. Organizó en la cárcel talleres en los que se elaboraban cestos y cinturones que luego eran vendidos a los combatientes en el frente, llegando a ganar en un año 90.000 pesetas de las de entonces.
Finalizada la guerra volvió a su trabajo y, ante la falta de automóviles, intentó la fabricación de un microcoche de plástico con criterio exportador, pero finalmente no se le autorizó su construcción. También montó una fábrica de muebles y construyó el “Hotel Los Arcos” en Santiago de la Ribera. Organizó la Feria de Muestras en el recinto de la FICA de Murcia. Ocupó, entre otros, los cargos de: Presidente del Círculo Mercantil, Presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura (1935), Presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Murcia (1944), Presidente del Consejo de la “Caja de Ahorros del Sureste”. Aficionado a la pintura, llegó a realizar bocetos para las carrozas del Entierro de la Sardina.
Sus principales posesiones agrícolas, dedicadas predominantemente al cultivo de cítricos, se encontraban en Almoradí y Beniaján. Su finca beniajanense de “Monteazahar”, llegó a ser una de las más productivas del levante español.
En esta finca se erigía la ecléctica casa-palacio familiar de “VILLAZAHAR”, que se alzaba también frente al Palacete Pacorro junto a la estación de ferrocarril, y que era su lugar de residencia. Este edificio que ya no existe, fue proyectado casi con toda seguridad por el arquitecto Pedro Cerdán.
Como siempre agradeceríamos que alguien nos pudiese aportar más información sobre este curioso edificio. Quisiera agradecer a María José Lario sus aportaciones en la descripción de los elementos neoislámicos del Palacete Pacorro.