Entre finales del siglo XIX y principios de XX, se reformaron y construyeron numerosas casas dentro de las fincas que salpicaban el Campo de Cartagena, sobre todo en la zona comprendida entre Los Dolores y las antigua carreteras de Murcia y La Palma.
En muchos de los casos las reformas de las antiguas casas de labor tenían como objeto su ampliación y adaptación para dotarlas de las mayores comodidades que exigían sus nuevos propietarios, con frecuencia acaudalados mineros, que las habían adquirido para su uso como segunda residencia y lugar de veraneo buscando el fresco de las zonas altas y las arboledas. Este es el caso de la "Finca El Molinar" que hoy es la protagonista de la entrada en este blog.
La construcción original estaba ubicada en un paraje denominado por aquel entonces "Los Molinos" (probablemente de ahí derive el nombre actual de la finca), y consistía en una vivienda de una sola planta que debió ser realizada entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, siendo posteriormente ampliada para añadirle una planta y un torreón central que servía de lugar de vigía, diseño sumamente corriente en muchas viviendas de campo que hay por toda la provincia.
Esta ampliación debió de coincidir con la reforma modernista realizada hacia 1907 por los que fueran sus nuevos dueños: D. Manuel Garrido y Rosas y su esposa Dª Josefina Gal Gómez, que fueron propietarios de la finca entre 1904 y 1932, tiempo durante el cual la propiedad fue conocida popularmente como "Finca Garrido".
Durante dicha reforma se incorporaron diversos elementos modernistas, incluyendo entre otros: una bonita escalera con rejería de forja con formas onduladas; coloridos suelos hidráulicos y losetas al fuego, que recuerdan los mosaicos de Nolla; un zócalo de azulejos vidriados marrones y blancos, que recorre las paredes del salón principal; una bonita rejería en las ventanas del primer piso que, a su vez, están rematadas en el exterior y por la parte superior, por un sencillos remates geométricos; y una interesante carpintería en las puertas de acceso a las habitaciones.
Ignoramos el autor de esta reforma, pero por algunos detalles constructivos pensamos que tal fuese obra del arquitecto Tomás Rico, aunque tampoco sería raro que el autor hubiese sido Víctor Beltrí o Francisco de Paula Oliver.
Manuel Garrido Rosas, que había cursado estudios de Capataz de Minas, fue administrador de las Mancomunidad de Minas del Cabezo Rajado de La Unión y arrendatario de la mina "Santa Isabel" en Mazarrón. Además ejerció, entre otros, los cargos de: Secretario del Sindicato Minero de la provincia de Murcia; Vocal, Secretario y, posteriormente, Presidente de la Cámara Minera de Cartagena; y también fue Vocal del Consejo de Economía Nacional.
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Fotografía familiar realizada hacía 1908, tras la finalización de las obras de ampliación. Se puede observar abajo a la derecha, a Manuel Garrido y Josefina Gal sosteniendo en su regazo a su hijo Luís, que llegó a ser oficial mayor de la Universidad de Murcia (Fotografía: Colección Familia Conesa) |
A pesar de todo ello, y después de haber enviudado en 1924, el final de sus días los vivió sumido en la pobreza al haberse arruinado probablemente, y como tantos otros empresarios, con motivo de la crisis minera, tal y como reflejaba la prensa local con motivo de su fallecimiento en 1933: "El finado, logró hacerse de una posición envidiable, pero reveses de la fortuna han hecho que muera en la mayor pobreza." Con el tiempo distintas familias ocuparon esta finca respetando su esencia, lo que es de agradecer. Sus últimos propietarios acometieron hace pocos años una cuidadosa y respetuosa restauración, según proyecto y dirección de obra de Eva M. Sánchez García, del estudio "eva-arquitecta" de Cartagena, contando con la dirección ejecutiva de obra del estudio de arquitectura de nuestro amigo José Antonio Rodríguez (@jarm), experto en rehabilitación del patrimonio cartagenero.
Quisiera dar las gracias a la familia Conesa, actual propietaria de "El Molinar", por toda la información proporcionada, así como por las fotografías que ilustran esta entrada, y a José Antonio Rodríguez y su equipo, por el gran trabajo efectuado en esta restauración.
REFERENCIAS