El otro día nuestro amigo Juan Carlos Muñoz me recordaba el desaparecido quiosco del periódico "La Verdad", que se encontraba ubicado en la Plaza de la Cruz de la capital, frente a la catedral.
De autor y fecha desconocidos para nosotros, su estilo es una mezcla extraña entre el art-déco y el orientalismo de las mil y una noches.
Cómo siempre, cualquier aportación adicional sobre su autoría y fechas de construcción y demolición, será bienvenida.
La segunda fotografía corresponde a la mañana del saqueo del kiosco.
El mismo Juan Carlos Muñoz me ha pasado este artículo de Antonio Botías, en el que se explica cuando y porqué fue destruido:
"El kiosco donde no crecieron flores
El saqueo del célebre kiosco de 'La Verdad' enfrentó en 1931 al diario con el Ayuntamiento
14.12.08 - ANTONIO BOTÍAS
De la prensa del día, que le daba el nombre, a libros de texto para el Bachiller y revistas ilustradas; de tinta holandesa a papel higiénico, o informes sobre colegios y residencias; de tarjetas de invitación a recordatorios de bodas, rosarios, estampas de santos y velas, refrescos... y cuanto usted pudiera imaginar, servido a domicilio y pagadero en cómodos plazos. Así era el afamado kiosko de La Verdad, auténtico precursor de las posteriores tiendas de Todo a 100 y uno de los principales iconos de la ciudad de Murcia.
Durante años, el kiosco con forma de pagoda, cuyo excepcional emplazamiento era la plaza de la Cruz, al pie de la torre de la Catedral, sirvió como punto de encuentro de la sociedad murciana, desde los potentados que regían el destino de la ciudad hasta los labradores que se acercaban desde los pueblos para nutrir sus despensas. Auténtico altavoz de la prensa diaria, protagonizaría un curioso episodio que hoy ya nadie recuerda.
Fue el 11 de mayo de 1931. Apenas había pasado un mes desde la proclamación de la II República. Murcia era la octava ciudad del país, con 158.724 habitantes, superada por Bilbao, Zaragoza, Málaga, Sevilla, Valencia, Madrid y Barcelona. La República, legalmente instaurada, intentaba abrirse camino en un país en crisis. El paro azuzaba revueltas sociales que, en el caso de España, tendrían como objeto la Iglesia, sus instituciones y medios de comunicación afines.
El periódico nunca se significó ni asoció con ningún partido político aunque no por ello logró evitar diversos ataques a lo largo de su historia. En este contexto se produjo el saqueo del kiosco, asaltado por un grupo de violentos durante la madrugada, al que se sumaron, ya amanecido el día, no pocos murcianos que, en pocos minutos, arramblaron con cuanto había a su paso.
Un alcalde en desgracia
A tal extremo llegó el expolio que, durante las semanas siguientes, decenas de murcianos fueron devolviendo artículos que supuestamente cayeron en sus manos, en unos casos «por error», y en otros porque «me lo he encontrado en la calle».
La Alcaldía emitiría una nota al día siguiente donde condenaba los hechos y advertía de que «actos semejantes, lejos de beneficiar a la República, habrán de provocar por parte de sus enemigos una reacción desfavorable para los ideales de Libertad y Justicia que el nuevo régimen encarna».
El saqueo del kiosco, de entrada, causó un enfrentamiento entre el diario y el Ayuntamiento de Murcia, organismo al que se solicitó sin éxito licencia para reparar los destrozos. Sin embargo, esta petición se realizó en junio de 1932, un año después del asalto. Según el periódico, «no se hizo antes, porque se esperó prudentemente a que se aquietaran las pasiones desbordadas». Entretanto, las ventanas fueron tapiadas. Ante la negativa municipal de conceder la licencia, La Verdad intentó arrendar el kiosco a un jardinero, que pensaba utilizarlo como exposición de flores. Pero cuando el futuro inquilino solicitó la licencia, también le fue denegada.
En aquel año era alcalde de Murcia José Moreno Galvache, republicano convencido y farmacéutico. Curiosamente, el primer edil sería declarado en 1936 «enemigo de la República» por testificar en un juicio a favor de los militares que impidieron la entrada en Murcia de la llamada Columna de Hierro, formada por anarquistas, entre otros. Exiliado primero en Tánger, Moreno Galvache moriría en México, donde regentaba una farmacia.
El 19 de marzo de 1932, durante la reunión del Concejo, se leyó el informe de un inspector de Sanidad municipal, que certificó el lamentable estado del kiosco y lo calificó como «foco de infección y peligro para la Sanidad pública». Se ordenó la retirada inmediata de los restos.
En la sesión también se leyó el recurso presentado por La Verdad contra el derribo. No fue tomado en cuenta. Desde entonces, muchos cuestionarán el informe sanitario que el diario describirá como «una patraña».
Aquella sesión, donde también se aprobó el presupuesto municipal -no alcanzaba los cinco millones de las antiguas pesetas- acabó a las cuatro de la mañana. Apenas tres horas más tarde, los operarios comenzaban el derribo. Un día después, el semanario satírico Don Crispín anunciaba que el kiosco «ha caído a impulso de la piqueta municipal» y añadía, de forma burlona, que «el Alcalde ha solucionado el problema de los parados», en referencia a las informaciones del periódico sobre el crecimiento del desempleo. Pero a pesar de los ataques, La Verdad sería el único diario murciano que resistiría la entonces próxima Guerra Civil."
y el mismo Juan Carlos ha encontrado en la prensa que el quiosco fue inaugurado el 28 de Junio de 1924, apenas un año después de la aprobación de sus construcción el 8 de Junio de 1923 (dato proporcionado por Vaico).